Ayer haciendo una pequeña revisión sobre lo que ha sido este año y algo más de éste tiempo de discernimiento, de romper estructuras, de caminar en el desierto o como cada uno prefiera llamarlo, frente al Altar de la Comunidad más maravillosa y acogedora que he conocido, mi Comunidad Adsis, no pude hacer otra cosa que agradecer lo afortunada que he sido en esta vida.
Afortunada por tener la familia que tengo,pues pese a lo loco y distinto que es cada uno, nos entendemos y nos hemos sabido acompañar, tanto en las alegrías como en las penas, en la salud y en la enfermedad, nos ayudamos mutuamente a crecer y a encontrar nuestros propios caminos, pero sin dejar de ser parte de este clan.
Por otra parte, tengo la fortuna de pertenecer a un excelente equipo de trabajo, donde pesé a que la mayoría trabajamos a honorarios, logramos ser un equipo, donde la solidaridad, el buen humor y el compañerismo es algo que destaca en la relación que entre todos hemos forjado. Me siento feliz de estar donde estoy y con quienes estoy.
Pululando por la vida, fui invitada a Biodanza, en donde he conocido a diferentes personas, principalmente mujeres, que con sus distintas edades y características diferenciadoras, me ayudan y reflejan cada vez. lo bello e importante que es ser mujer, pero no una mujer cualquiera, sino que una mujer conectada con sus emociones, con su sensualidad y sexualidad, con la dulzura, la delicadeza y la ternura... en cada sutil movimiento, ya sea de brazos o de caderas, logro (gracias al reflejo que ellas son) transcender un poco más y conocerme lentamente, reconociendo también lo bella que soy.
Por otra parte, mis amigos de la vida (colegio, parroquia, universidad, pastoral, Rinconada de Silva, coro, trabajo,etc.) y Hermanos de Comunidad, que pese a que en el último tiempo he estado media desconectada de varios, ahí están para alentarme, acompañarme y compartir, a veces sin muchas palabras, pero con un abrazo, un gesto (por ejemplo, un"me gusta" o un "toque" en facebook) y una sonrisa basta para saber que ahí están, con el cariño de siempre y con una actitud de acogida que se agradece... donde el tiempo y el espacio, los títulos y los adornos desaparecen, para ser sólo un tú, un yo y un nosotros, sabiendo que somos uno de los más grande tesoro que tenemos, pues nos tenemos y nos queremos sin la necesidad de que un papel o un lazo consanguíneo lo indique, sino que las aventuras y la historia han hecho que exista esa relación.
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